domingo, 25 de diciembre de 2011

Querido

Todo salió mal, Carlos. Todo salió mal.
Y no solo por las lágrimas, es decir, las lágrimas fueron un detalle inesperado, el drama se me salió de las manos esta vez; pero peor que eso, fue tener que escucharle todo lo que quiso decirme. Tan lenta y detalladamente, que alcancé a tirarme por la ventana 17 veces en mi mente.
Ay Carlos, si no supiera que al meterme contigo dejarías de ser tú para convertirte en un hombre, te pediría que saliéramos como pareja. Afortunadamente, eres demasiado cobarde para eso, así si algún día pierdo la cabeza y te digo que me gustas, sé que dejarás de hablarme, al menos, hasta que estés seguro que se me pasó la idea.
Quizás, si pensaras un poco en mí y me hicieras el favor de conseguirte una novia, tendría algo concreto que me detuviera, al menos sería un prejuicio aceptado socialmente. En cambio yo, siempre poniéndote las cosas fáciles, me esfuerzo por hacerte saber que salgo con alguien y cuando esa persona falla, trato inmediatamente de buscar alguien más, solo para ahorrarte la presión de tenerme por ahí soltera, siendo tan dulce contigo y haciéndote cariños todo el tiempo.
Pero volviendo al tema aquel, yo no sé… Al final me dijo tranquilamente que cuando quisiera, lo llamara.

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