viernes, 13 de enero de 2012

Esperanza

Esta carta no va dirigida a quien le escribo. 
La verdad no sé a quién le escribo, tampoco sé el nombre de la persona a quien me dirijo, el punto es que no son la misma y que ambos son unos desconocidos.
La persona a quien le escribo, no sabe qué estoy haciendo, a dónde quiero llegar con esto o que quiero lograr. Me atiende, pero en el fondo, no le interesa.
Aquel a quien me dirijo, está muy lejos y sé que a veces piensa en mí, pero tampoco conoce mi paradero y no hay comunicación posible entre nosotros.
La persona a quien le escribo, me conoce poco. Tal vez me haya visto y le han contado cosas, pero nunca nos hemos mirado a los ojos.
Para la persona a quien le escribo, esto es perder su tiempo. Se arrepiente de tener que leer mensajes que no le corresponden y por eso, me disculpo, pero no me queda otra opción, ya que la persona a quien le escribo, usa ahora el nombre y el domicilio de la persona a quién me dirijo.

Recuerdos

Tengo la convicción de que si te tuviera más cerca, al fin podría olvidarte.
Y no es que te piense siempre. Solo lo hago cuándo el mundo está en silencio (sabemos que eso casi nunca pasa), pero las veces que sucede, no puedo evitar extrañar una persona que ya no eres, en unos días que no volverán nunca.
Me he dado cuenta que los sentimientos envejecen y fallecen, pero los recuerdos son inmortales y sin el regalo de una confrontación con el hombre que eres ahora, los recuerdos se me disfrazan de sentimientos y me engatusan y me hacen salir con ellos, con la excusa de que no pasará nada, que solo hablaremos, pero siempre pasa algo y me llevan donde nadie me escucha, en lugares de la ciudad que no conozco, para abandonarme en medio de algún callejón oscuro desde donde difícilmente puedo encontrar el camino a casa. Pero siempre lo encuentro.
A pesar de todo, basta con cruzar algunas palabras contigo para que los recuerdos rompan sus máscaras de sentimientos y dejen sus vestidos, revelando rostros fantásticos y cuerpos que se sienten, pero no existen. 
Tu eres el mejor antídoto para la nostalgia de lo que fuimos, por que al verte, reviven mis ganas de dejarte…  
A veces pienso que ya lo sabes y que tu empeño de permanecer fuera de mi vida, es solo una estrategia para que te recuerde siempre...