miércoles, 23 de abril de 2014

1 minuto

POR "NO ME DEJAN SALIR" de Charly García




















Ya estuve aquí
Comiendo helado artesanal
Pensando te
Porque nunca conocí
Tu verdadera cara
tu mirada,
ni tu tacto

Sentada en una banca,
como todas
Rodeada de pasto
como  siempre
Hojitas quebradas sin peso
alzandose del suelo
Una vez más
desaparece mi sombra
algunas luces se encienden
se van las bicicletas
y se escuchan menos pasos

Alzo la cara,
buscando en lo alto
algo más grande
que el desespero
de que no vengas
cualquier cosa que opaque
la impaciencia
de no verte
El vacío en el estómago
El nudo en la garganta

Tengo que confiar en ti, amor

Tengo que confiar en el sentimiento

Las servilletas de papel no sirven para llorar

Las servilletas de papel no sirven para llorar. 
Son muy poco resistentes a los líquidos, se debilitan y se rompen con facilidad, te lastiman los lacrimales y la córnea, te tumban las pestañas y hacen que tu maquillaje, aparte de corrido, quede con marcas raras.
Las servilletas de papel no son para llorar, son para las empanadas y la grasa de los dedos. 
Sirven para sostener la pizza y los vasos desechables con café muy caliente, pero no consuelan, no entienden, no miman. 
Por eso no hay que llorar en las cafeterías.
Salí de ese lugar de M I E R D A, que me encantaba hace unas horas, con el autoestima hecha tiritas finas, tipo trituradora de papel. 
Antes de salir había juntado todas mis tiritas y las llevaba en una bolsa, porque no iba a botarlas (nunca), sino esperar a llegar a casa para armar el rompecabezas y pegarlas como iban.
Cuando me di cuenta que escribía mejor borracha me asusté. 
No porque tomara mucho en el presente y eso tuviera algún efecto negativo en mi vida.
Sino porque si quería escribir como me gustaba, tendría que vivir gastando la plata que no tengo y sabemos que la cerveza saca barriga.
Entonces, venía con mis tiritas de autoestima rota y vi ese café de servilletas de papel. 
Necesitaba desayunar y necesitaba sentarme, así que pedí un litro de Quilmes y me puse a llorar en la mesa del fondo, como bien sabía hacerlo desde 1989. 
Así descubrí lo de las servilletas.
Es jodido cuando las cosas no salen como uno quiere. 
Aparte de la frustración personal, toca lidiar con las preguntas de la gente y a veces, a veces justo preguntan cuando el alma no está tan fuerte y sale la voz en un hilito de chicle estirado, en un "bien" que suena "mal" y te ves reflejado en la mirada del otro con cara de perro, ojos vidriosos y una sonrisa a medias dando las gracias.

La Caída

La caída vertiginosa desde lo más alto, desde tu punto más feliz, donde tienes una vista hermosa, nada te duele, nada te hiere, es la caída que te destroza la cara y te desgarra la blusa que más te gusta con alguna rama salida en cualquier punto del largo caer.
En el fondo, no se ve el suelo, solo oscuridad e incertidumbre, en el fondo miedo y al tiempo tranquilidad, porque esta caída la esperabas. El temor de estar allá arriba es el temor de que esté todo bien, mover un músculo y que se derrumben los naipes.
La caída es veloz, pero en esos segundos la paz llega.

En algunas micras, se detiene el tiempo y, despacio, te das la vuelta. Ahora caes de espaldas, mirando al cielo, como te gusta estar. Empiezas a disfrutar del viento en las orejas y deseas no dejar de caer nunca. En ese momento deja de importar el golpe, la blusa, los otros y puedes pensar claramente. Te das cuenta que no necesitas nada, más que dejar tu cuerpo en manos de la gravedad y que la verdadera incomodidad se ubica en el suelo y en la cima, pero el caer, el durante, es el equilibrio
perfecto.



















El arte me salva
de las pequeñas tristezas cotidianas
de lo inmediato
Da cuenta del paso del tiempo
del olvido
de la importancia o no
de anheladas victorias
o  grandes derrotas
de los aprendizajes

El arte me calma
me da paz
me consuela
al mostrarme otros sentires
y sentires de otros
eternos
que vienen y van
que acompañan
la vida de los hombres
la historia

El arte me recuerda lo humano,
que el dolor
aparte de desgarrador,
puede ser hermoso
digno de contemplar
digno de sentir nuevamente
Tanta belleza existe en la sombra  
Tanta belleza existe en la luz
tanta belleza existe en la tristeza

tanta belleza existe en la alegría