miércoles, 20 de febrero de 2013

Marino



Hay un barco que quisiera mostrarte, ahora que renunciamos a la aviación.
Tal vez el mar sea un poco más agradecido. Tal vez el agua pueda llevarse lo que el orgullo quiso conservar y tal vez, las olas que van y vienen, nos recuerden sueños viejos...

Revueltos


Es bueno que algunas cosas no cambien. Siempre necesitaremos un referente, como los puntos y las líneas.

No sé que voy a hacer con este olor de menta-contigo, de profunda limpieza y un rastro lejano de humedad.

A veces, me asusta lo poco que tú has cambiado, como para que, de algún modo, no te pueda perder de vista.

Lo que no sabemos, es que no te puedo dejar de ver, aunque quisiera, porque tienes ese halo de secreto entre amigos, de silencio cómodo, de lugar seguro, de 5 de la tarde, de columpio de colegio, de camisa favorita, de sonrisa de infancia; que nunca me va a dejar en paz.

Lejos


De repente, me di cuenta de que había pasado el tiempo, no sólo en ti, sino en nosotros.

Y nos vi muy lejos, como la ciudad desde la cual se despega, cuando vamos en un avión.

Ya la memoria no es tan buena, sobre todo si no se alimenta y hay tantas cosas nuevas que recordar.

Y sin los recuerdos, no seríamos nada, porque recuerdos somos en este momento.

Siento una nostalgia tranquila. La nostalgia que despierta aquello que ya no puedes cuidar, pero que está bien sin ti.

Como un hijo que crece y se va de casa.