lunes, 14 de octubre de 2013

En cada vuelta

Voy a convertir mis pupilas en manchas de Rorschach para que leas lo q tengo por dentro. Quiero que puedas verme y ver a través de mí.
Pondré tu nombre en una bandera como si fueras un gran hincha fallecido, aunque estés más viva que nunca.
La semejanza entre los muertos y tú es que ambos son intocables. Y como un espíritu, pareces tener algunas certezas sobre la vida que te mantienen tranquila, y te hacen mover entre calles flotando, dejando ese olor de ángel en cada vuelta.

Sin título 2010

No olvides llevarlos siempre contigo,
puedes guardarlos en el bolsillo.
Asegúrate de tenerlos a la mano en todo momento, para que cuando llegues a sentirte incómodo, puedas sacarlos sin vacilar y usarlos como escudo...
Porque es que si no es para eso,
¿para qué otra cosa pueden servir
los errores de los demás?

18 décembre 2009

http://3.bp.blogspot.com/ Octubre 15 de 2013
Tengo muy mala suerte.
Este amor ya no cabe debajo de la cama, ni en el closet.
Ha decidido no pasar por la puerta y qué puedo hacer?
Lo he dejado en la terraza, a la intemperie, mojándose bajo la lluvia, temblando con la brisa fría y oxidándose... hasta que se lo lleve un reciclador...

miércoles, 9 de octubre de 2013

Tricolor

Me estimulas de una forma constructiva y pedagógica.
No me llames loca.
Debe significar algo que una nalgada se convierta en una exaltación del espíritu, en una sublimación de emociones que desembocan en ganas de hacer declaraciones de amor.

Por lo general escribo para mí

a veces para el mundo

Hoy sólo lo hago para las pecas de tus hombros y tu barba tricolor.

lunes, 7 de octubre de 2013

Orgullo

Subía las escaleras a un ritmo contante y frenético, como si una pausa o desaceleración fuera algún tipo de deshonra.
Competía contra él mismo, porque nunca se había atrevido a competir con nadie más. Al principio de su vida, creía sinceramente en su superioridad frente a sus pares, luego se dio cuenta que lo realmente grande era su orgullo. Grande y frágil.
Nunca se permitiría subir las escaleras con paciencia, pues cualquiera podría confundirla con cansancio o con una capacidad pulmonar reducida. Se exigía para no pasar por débil ante los desconocidos fugaces de todos los días.
El lugar al que se dirigiera era lo de menos. Cada paso era una declaración de juventud y energía, el sonido rítmico lo confirmaba, y cuando la escalera terminaba, asumía nuevamente la horizontalidad irremediable con un suspiro de resignación.