viernes, 31 de enero de 2014

LA CIERVA QUE SE ENAMORÓ DE UN TIGRE

Una historia para reir y llorar

Es bien sabido que toda inocencia tiene algo de tonta y ser tonto es ser vulnerable, es estar bastante expuesto. Este es el caso de la cierva.
Todos sabemos que los tigres son audaces. Los tigres son rápidos, experimentados, letales. A los tigres hay que tenerles miedo, son casi imposibles de dominar y nadie ha conocido la piedad de un tigre. Este es el caso de este tigre.
No era una cierva especial y era un tigre cualquiera, por lo tanto, debían estar separados.
La cierva caminaba desprevenida, buscando pocitos de agua, comiendo bayas, esquivando ramitas. Y de vez en cuando se separaba de la manada, como hacen las ciervas bonitas, cuando son jóvenes y no saben nada.
El tigre tenía hambre. Pisaba la hierba indiferente, trepaba árboles y bostezaba con tedio. Se movía suavemente, pero le cambiaba toda la expresión del cuerpo cuando veía algo apetitoso.
La cierva y el tigre se encontraron. La cierva quedó sorprendida, no corrió a tiempo. El tigre se relamió los labios.
Todos sabemos el final de la historia. Hoy la cierva no existe y pasado mañana el tigre va a cumplir 33 años.


FIN

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