Te mofas y te miran,
como si nadie supiera la verdad.
Buscas refugio en casas especiales, en las que nunca has
entrado.
No sabes, en realidad, si se pueda entrar.
Pasa el tiempo y cuando pierde la gracia, te levantas,
recoges tus cosas, buscas el camino, saludas a los vecinos (siempre serio),
entras a casa, vives tu vida normal.
Y no vuelves a salir, hasta que encuentras otra cosa de la
cual reírte.
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