Escribo cosas que después nunca leo, como si las escribiera para darles vida y luego las abandonara en el mundo.
Cuando me las tropiezo, las ojeo y me doy cuenta de cuánto han cambiado y cómo hemos crecido.
Sin embargo, hay textos que nunca crecen y cuando me ven, me reprochan mi ausencia, mi falta de palabras y que los haya traído al mundo sin decirles para qué.
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