No voy a arrancar dando explicaciones de por qué no escribí
en junio.
Hoy se me apareció una revelación más importante, que es la
oscuridad. La oscuridad en solitario. No es la que nos acompaña antes de dormir
todas las noches o la que nos escondía cuando de niños jugábamos a buscarnos.
La oscuridad en
solitario, cuando se te sale de las manos, es como un visitante sorpresa, al
que tienes que atender, porque aprecias y eres una persona amable, sólo que para
el caso, el visitante eres tú mismo.
Descubrí el sentir ser visitante de tu propia vida. Llegar
de improvisto e inspeccionar que has estado haciendo contigo. En esos
momentos, eres el mejor crítico y no se te escapa la más mínima mota de polvo
sobre tu conciencia, la mancha más imperceptible sobre tus acciones, ni olvidas
el cajón donde escondiste tus intenciones.
Esperas nervioso, como ante todo análisis externo, que pase
pronto y te haya ido bien, pues nada peor que decepcionarte a ti mismo.
En caso de existir lo que el eufemismo llama “oportunidades
de mejora”, no hay fechas o una programación que determine cuándo sería la
revisión. Lo cual, dada nuestra naturaleza, permite olvidar pronto el
compromiso adquirido o las falencias encontradas. Vives en general tranquilo,
porque la luz es la constante y cómplice distractora de tus jueces. Puede que
nada perturbe la inercia de tu vida, mientras haya energía eléctrica y
compañía.
Hoy se me fue la luz. Y no toleré no haber escrito nada en
junio.
Habrá otras “oportunidades de mejora”, pero nadie quiere
decir su nota cuando le fue mal en el examen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario